miércoles, 6 de marzo de 2013

Preso de las palabras

Sigo en una red social a algún perfil que hace que mis neuronas trabajen más de la cuenta. Juego a apalabrados con cierta asiduidad. Blogueo. Y me paso el día en el trabajo teniendo reuniones. Con mucha gente. Constantemente.

Hace un tiempo escribí ya algo relacionado con esto: "La edad de las palabras" se llamaba. Definitivamente, soy un preso cautivo del lenguaje. El lenguaje revela una mente y una vez pasado el filtro químico que te hace acercarte a una persona, sus palabras son las que te capturan. Poco a poco tejen una red de la que no quieres escapar. La fascinación de descubrir lo desconocido, que es el otro, a partir de la imagen que tu mente construye con sus palabras es un juego adictivo. Peligroso y embriagador.

Hoy ha salido el tema del lado oscuro en la Red en una de mis conversaciones. Y me ha dado que pensar. Todos tenemos ese lado oscuro. El lado que las palabras a veces permiten atisbar y los gestos esconden. Y he pensado que igual quería hacer salir un poco esa oscuridad. Paso previo: alcohol.

Luego la música adecuada y un oportuna soledad. Una soledad complice que no melancólica. Y así fluye. Nada mejor que un teclado, una pantalla en blanco y la impunidad del anonimato fingido.

Pero al final, a la hora de la verdad, sabes que escribes por algo. Algo en tu lado oscuro quiere que te delates. Te das cuenta y cambias el argumento. Al fin y al cabo, las palabras, cuando se escriben permanecen y una cosa es dejar ver tu lado oscuro y la otra dejarlo impreso. Total, que como no quiero ser esclavo de mis palabras, solo os dejo hoy eso: palabras

;)

Sed felices.